Hace poco asistí a un zoom donde nos preguntaron la tan famosa y cansina pregunta “qué agradecemos a la pandemia”.

Esta pregunta me mata, porque no creo que haya nada que agradecer, y más cuando casi tuve un familiar muerto. Tan cansina es que conlleva las típicas y tan repetidas respuestas, que si nuevas oportunidades surgidas, que si ahora valoramos más las cosas simples…

Ser uno de los últimos en contestar me ofreció la oportunidad de pensar algo diferente:
· Verano 2019. Quiero vivir a caballo entre Barcelona y el Baix Empordà.
· Otoño e invierno 2019/2020. No lo consigo. El trabajo me obliga a estar en la ciudad, donde se corta el bacalao.
· Marzo 2020. Iniciamos el confinamiento duro que me pilla en Barcelona
· Junio 2020. Salgo pitando de la ciudad y vengo a l’Empordà

Desde entonces estoy instalado donde quería y ahora me acerco a la ciudad una o dos veces cada quince días, por lo que quizás sí deba agradecer a la pandemia que me haya permitido vivir donde deseaba.

Ahora los nuevos deseos:
· 1º que se acabe la maldita pandemia
· 2º que se active el sector MICE
· 3º que pueda seguir operando desde l’Empordà

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