Ayer reunimos a 80 participantes de una empresa nórdica. Después de un aperitivo de bienvenida los dividimos en equipos y les explicamos qué son los calçots. Luego les retamos a cocinarlos y consumirlos como nosotros mismos lo hacemos. Incluso les desafiamos a trabajar la salsa romescu (¡ojo!, la organización tenía la suya de recambio por si acaso). ¿Cuál fue el resultado?. Un divertido y gastronómico team building culturalmente muy arraigado a nuestra tierra. Una actividad muy graciosa viendo cómo gente foránea manipula los calçots para conseguir comérselos. Todo un reto. Menos mal del babero por cliente. Imprescindible para ahorrar en tintorería.
